Después de aquella trágica y dolorosa noticia sentía de todo...
Sentía rencor hacia mi padre porque fue él el que hizo que el coche se estrellara, sentía miedo, sentía fustración, sentía dolor, notaba que mi corazón se estaba encogiendo lentamente y yo no podía hacer nada...
Al principio no me lo creía, es difícil asumir que tus padres han muerto en un accidente de tráfico después de haber pasado la tarde contigo.
Todo el mundo intentaba ayudarme y distraerme pero lo que realmente necesitaba era estar solo...
Necestaba pensar, ¿qué iba a ser de mi vida?, ¿con quién viviría?
Me fui a vivir con mi tío Sebatián a México y allí caí en una profunda depresión de la que no fueron capaces de sacarme... la vida para mí era un suplicio, me pasaba los días y las noches llorando la pérdida de mis padres, no comía, no dormía, no vivía, realmente estaba muerto en vida. A los dos meses de la muerte de mis padre fallecí en casa de mi tío Sebastián, la pena pudo conmigo...
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